Inicio de una nueva etapa y fin de una campaña desconectada de la realidad para el oficialismo
11/11/2021
Licenciado en Comunicación.
Finalmente llegamos a la elección general del 14 de noviembre en la que, si bien tenemos una idea generalizada de cuál será el resultado final, aún resta esclarecer la magnitud de la derrota a la cual se enfrentará el gobierno nacional.
Si bien el “plan platita” y la activación del aparato pejotista, sobre todo en el interior del país, ayudará al oficialismo a remontar unos puntos, el lunes 15 de noviembre toda la Argentina iniciará una etapa donde el principal interrogante es si finalmente se reconfigura el modelo político k vs anti k que dominó la política local durante más de una década y nos tiene paralizados.
Habrá que observar con atención la sociología del voto, en especial la de los jóvenes, para interpretar el cambio subyacente y poderoso que está sucediendo en la sociedad. Sin duda, tal como lo ha demostrado la Historia, las pandemias causan y aceleran cambios de hábitos y de formas de relacionarse en las personas. En Argentina, retirada la marea, comenzamos a observar las marcas que dejó el COVID-19.
Cabe aquí mencionar la curiosa interpretación que hicieron en la campaña desde el Frente de Todos del 2020: “Durante un año y medio fuimos rehenes de la pantalla”. Fue el mensaje que Máximo Kirchner impulsó a su militancia durante el último mes de la campaña. Por supuestos, en esta situación de rehenes, el gobierno de Alberto Fernández era nuestro captor, desde que empezamos a aplaudir en el balcón con 10 contagios diarios en marzo del 2020.
Y aquí es donde la interpretación del oficialismo y los nuevos hábitos y comportamientos, en especial de los jóvenes, están en diferentes dimensiones. ¿Desde cuando un funcionario puede dar por terminado un tema, como cuando Anibal Fernández intentó clausurar la discusión por tu tweet frente a Nik?
Las interpretaciones políticas de la incorporación de Anibal Fernandez ya fueron debidamente analizadas. Sin embargo, sí es importante resaltar la falta de conexión del oficialismo con la nueva conversación que subyace en la sociedad. Un ejemplo fue la sanción del etiquetado frontal que, si bien es atendible, el tema no estaba ni remotamente en las principales preocupaciones de los ciudadanos.
Finalmente, un signo de época de este proceso electoral será el debilitamiento definitivo del peronismo como el administrador de las crisis y el único movimiento que puede gestionar los momentos de tensión. También, más allá de los histrionismos de cada candidato, el mensaje instalado por la derecha libertaria ya no podrá ser esquivado por el sistema político y será interesante atender a la dinámica del nuevo parlamento.
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