Cristian Riccomagno
Periodista.
Juntos Por el Cambio se posicionó como la principal fuerza a nivel nacional y aventajó en diez puntos al Frente de Todos en total país. Volvió a vencer en la provincia de Buenos Aires, amplió la diferencia en Capital Federal, arrasó en las provincias que gobierna (Corrientes, Mendoza, Jujuy), ganó terruños históricamente pejotistas (La Pampa y San Luis) y obtuvo buenos resultados en feudos poco democráticos como Formosa o Chaco.
Sin embargo, hay cosas que nunca cambian y que deberían tenerse en cuenta puertas adentro de la coalición que inicia un proceso interno particular de cara a 2023. Las elecciones son noticias, y como tales, son tratadas como un estímulo sorpresivo y desestabilizador. Los que ganan, siempre se muestran ante los medios de comunicación como si el total de los ciudadanos estuviese de su lado apoyando su proyecto. El único en superar eso fue Fernández que perdió pero resaltó un gran triunfo del peronismo. Sigue en Marte.
Uno de los puntos más importantes para Juntos Por el Cambio es que la elección de ayer no fue en favor de nadie, sino en contra del gobierno del Frente de Todos. Y, si bien tras cada elección siempre se habla de los cambios que se producen en el sistema político, hay características que se mantienen hace tiempo.
La elección de ayer confirmó lo que un trabajo de Luis Costa & Asociados previo a los comicios vaticinaba. Sociodemográficamente, el voto continúa contando con un componente social clave que sobrevive a cada votación, aun cuando se habla de procesos transformación en el país después de la pandemia.
Con la revisión territorial de los votos queda claro que Juntos por el Cambio saca exactamente lo mismo, en los mismos lugares y con los mismos perfiles sociodemográficos desde hace ya varias elecciones. Es una fortaleza de la oposición, pero al mismo tiempo una alarma de cara a 2023.
Para Juntos se hace indispensable ampliar su base social. En 2015, Vidal ganó la elección a gobernadora con 39,42% de los votos. En 2017, Bullrich la senaduría con 41,34%. En 2019, Vidal perdió la gobernación con 38,28% y Santilli sacó casi 40% en una victoria muy ajustada. De no lograr ampliar su diversidad electoral y su dinámica espacial, lo que en palabras de uno de sus máximos referentes, Rodríguez Larreta, sería “representar al 70%” de los argentinos, lo único que le queda a la oposición a priori es que el peronismo se siga desgatando en su conflicto interno sin poder interpretar las demandas del presente de la provincia donde concentra su núcleo de votantes.
Otro punto de la elección, que está vinculado íntimamente a lo recién señalado, es que si se observa el mapa nacional, el NOA y la tercera sección electoral bonaerense corroboran la radicación del voto del PJ en épocas de crisis.
Mientras que Juntos tiene un problema de público, el kirchnerismo/peronismo tiene un problema de persuasión. La remontada del oficialismo con Tolosa Paz a la cabeza refleja que existen ciertos patrones estructurales entre oferta electoral y votantes. En la primera y tercera sección electoral, Juntos por el Cambio tiene en todas las elecciones un perfil de votantes que aumenta a medida que se eleva el nivel socio económico de la población. En el peronismo ocurre lo mismo pero a la inversa: a menor nivel socio económico su caudal de votos aumenta.
Lo que sí cambia es la configuración política. La foto de ayer tiene un claro ganador: la oposición, pero de las PASO a hoy Juntos ya es una fuerza federal, con protagonistas que adquieren una voz mucho más poderosa (entre los que se destacan los liderazgos locales del radicalismo) y esto supone que no hay un liderazgo único, aunque Larreta sigue siendo el mejor posicionado.
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